En el universo de las bandas de rock, los roles suelen estar bien definidos: algunos músicos se centran exclusivamente en los instrumentos, mientras otros asumen la responsabilidad de escribir las letras. Pero en el caso de Guns N’ Roses, la colaboración es una regla inquebrantable.

Un ejemplo icónico de este espíritu colectivo es “Paradise City”, el primer gran éxito de la banda californiana, incluido en su álbum debut Appetite for Destruction. En este tema, todos los miembros del grupo participaron en el apartado lírico, demostrando su capacidad creativa conjunta.

Según relató el guitarrista Slash, la canción nació de una improvisada sesión en la que, junto a Duff McKagan e Izzy Stradlin, bebían y tocaban guitarras acústicas. Fue entonces cuando Slash creó la introducción y comenzó a tararear una melodía que inspiró a Axl Rose a cantar la ahora legendaria frase: “Take me down to the Paradise City”. Con esa base, el resto de la banda añadió nuevos elementos, dando forma a una pieza que se convertiría en un himno del rock.

Este proceso creativo grupal no solo dio vida a un clásico eterno, sino que también consolidó a Guns N’ Roses como una banda cuya fuerza reside en la colaboración y la química entre sus integrantes.