Hace 14 años un grupo de investigadores decidió plantar la semilla de este árbol que había sido hallada hace 40 años, y en la actualidad el espécimen permite sacar muchas conclusiones extraordinarias.
Un grupo de arqueólogos que estaba haciendo excavaciones en una cueva en el desierto de Judea, a finales de 1980 recuperó una semilla de un árbol que estuvo extinto y la cual se mantuvo intacta durante décadas. El descubrimiento se realizó al oriente de Jerusalén, en las cercanías al Mar Muerto.
Catorce años atrás, un grupo de investigadores de dos instituciones diferentes decidieron plantar esta semilla, sin llegar a conocer mayor información acerca de ella, por lo que su especie era toda una incógnita.
Un reciente estudio publicado en la revista académica Communications Biology, informó que el espécimen ya mide unos tres metros de altura, lo que permite describir sus características, y poder realizar estudios de ADN, entre otras cuestiones.
Semilla de hace casi 1.000 años que se relaciona con la Biblia
Los investigadores, liderados por Sarah Sallon, de la Hadassah Medical Organization, en Israel, concluyeron que la semilla en donde creció «Saba» -como fue bautizado el espécimen-, es de los años 993 y 1202 d.C.
Se trata de una familia de árboles que habría existido en lo que actualmente son los territorios de Israel, Palestina y Jordania. Aunque hoy día están extintos en esta región.
A partir de los análisis químicos de las hojas y de la resina del árbol, los investigadores pudieron constatar el vínculo con dos plantas mencionadas en la Biblia, y que se asocian a la curación.
